Avivamiento – Orar! (Parte Cuatro)

2Cr 7.14 nos da cuatro componentes humanos de avivamiento: humillarse, orar, buscar y convertirse. Aquí enfocamos el orar.

El orar es tan básico y común, que casi ni entendemos porque es resaltado aquí.

Quiero abrir dos facetas del diamante de la oración sin los cuales no habrá avivamiento: ¡Rogar!  ¡Oír a Dios!

           Orar. ¡Rogar!

Humillarse es el punto de partida (enlace para la parte 3). Humillarse es la llave que abre las bienaventuranzas de Mt 5. También abre una nueva comprensión y práctica de la oración. El descontentamiento o desesperación santa nos lleva a rogar. Rogar es suplicar de forma insistente o desesperada. (Vea el pasaje paralelo en 2Cr 6.24-25).

Está bien ilustrado en las parábolas de la viuda inoportuna (Lc 18.1-8) y el amigo inoportuno (Lc 11.5-8). Está embutido en la famosa enseñanza de Jesús de pedir, buscar y llamar (golpear la puerta) (Mt 7.7-12). Los tres verbos en el griego están en el presente continuo. Es decir debemos pedir y continuar pidiendo, buscar y continuar buscando, golpear y continuar golpeando. La razón por la que tantas oraciones no son respondidas es que no perseveramos. No llegamos a rogar.

Y Lucas, el evangelista que destaca el Espíritu Santo hace una conexión directa entre la enseñanza de Jesús de pedir, buscar y llamar que se conecta explícitamente con recibir el Espíritu (Lc 11.9-13). “Cuanto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan (y continúan pidiendo)?” ¡Ohh, gloria!

Orar. ¡Oír a Dios!

La gran mayoría, cuando piensan en oración, piensan en hablar. Hablar para Dios. Es profundamente revolucionario pensar en oír. La comunicación verdadera apenas acontece cuando hay ida y vuelta de un mensaje. Aquí vienen algunas claves para oír a Dios.

  1. Buenas preguntas. Todo buen discípulo hace preguntas. Y dejar que Dios me haga preguntas.
  2. Silencio. Prestar atención a la respuesta. Dios comúnmente no habla mientras nosotros estamos hablando.
  3. Registrar lo que oímos. Si no lo registramos, generalmente lo olvidamos. Negamos el poder de oír de Dios.
  4. Anotar el tema principal en 1-2 líneas. De esa forma el corazón de lo que oímos es resaltado. Podemos revisar los temas de la semana, mes, trimestre o año para ver los enfoques de Dios en nuestra vida.
  5. Obedecer. Si no obedezco, si no respondo, todo el resto es perdido. No soy un verdadero discípulo.
  6. Compartir lo que recibí. Si no repaso, soy un mar muerto. Apenas recibiendo y no repasando vida.

Estas claves pueden revolucionar nuestra vida devocional. En vez de apenas enfocarnos en un estudio bíblico enfocarnos en un encuentro divino con nuestro Amado (Jn 5.39-40).

Debemos ser especialistas en oír a Dios. Todo verdadero hijo de Dios oye a su Padre (Juan 5.19-20a). Otros grandes recursos para especialistas son los siete principios de oír a Dios resaltados por Blackaby y King y las cinco normas para usar el don de profecía de forma saludable resaltados en este enlace.

¿En qué dimensión de rogar y de oír a Dios necesitas crecer más?

David Kornfield

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