El discipulado: más allá de «copiar y pegar»

El discipulado NO es solo un programa. Debemos ir más allá de intentar replicar modelos de iglesia. De manera contraintuitiva, debemos vislumbrar y establecer los fundamentos del discipulado.

El discipulado no es un simple ejercicio de «copiar y pegar». Es una jornada redentora. Una jornada que es definida y que se distingue por cuatro principios esenciales: el Mandato, la Misión, la Motivación y el Maestro.

         Discipulado Esencial 1: El MANDATO (El camino que debemos seguir)

El apóstol Pablo tiene mucho que decir sobre el ANDAR cristiano, una metáfora que se refiere a las elecciones y la conducta de alguien. Algunas de sus exhortaciones apostólicas incluyen:

“Por lo tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, ahora deben seguir sus pasos” (Col 2.6 NTV).

“… también nosotros andemos en una vida nueva” (Ro 6.4 NVI).
“… que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Ro 8.4).
» Miren, pues, con diligencia cómo andan, no como necios sino como sabios” (Ef 5.15).
«… para que anden como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios » (Col 1.10).
“porque por fe andamos, no por vista!» (2 Co 5.7). La fe es un camino vital en el discipulado.

Discipulado Esencial 2: La MISIÓN (El Trabajo que debemos hacer)

El discipulado auténtico (el mandato crítico de nuestro caminar) fluye inevitablemente hacia el discipulado intencional (la misión central de nuestro trabajo). Debemos hacer un cambio de paradigma en la forma en que hacemos iglesia. Es un cambio fundamental de mentalidad, de simplemente administrar programas de iglesia a hacer discípulos activamente.

El ministerio cristiano no debe reducirse a ¡una reunión tras otra!. La misión de la Gran Comisión (Mt 28.18-20) NO es «realizar múltiples actividades en la iglesia», sino «hacer discípulos». Y el alcance de esto es enorme: «de todas las naciones». En otras palabras, todas nuestras actividades ministeriales deben contribuir a la misión central de la Iglesia: ¡discipular a las naciones!.

Discipulado Esencial 3: La MOTIVACIÓN (La Sabiduría que debemos abrazar)

La sabiduría es equilibrar las tensiones de la vida en el temor del Señor. Y el fundamento de esa sabiduría es la Palabra de Dios. Jesús dijo esto en Mt 7.24: “Todo el que escucha mi enseñanza y la sigue es sabio, como la persona que construye su casa sobre una roca sólida”.

La sabiduría es una facultad maravillosa y un tesoro valioso en la peregrinación del discipulado. Por lo tanto, somos llamados a “recibir el consejo de prudencia” (Prov 1.3), y vivamente animados a “escuche esto el sabio y aumente su saber…” (Prov 1.5). De hecho, debemos abrazar la sabiduría de Dios ¡no la del mundo!.

Discipulado Esencial 4: El MAESTRO (La Adoración que debemos ofrecer)

El Mandato no tiene sentido, la Misión es totalmente fútil y la Motivación completamente equivocada si no están anclados decisivamente en el MAESTRO. El discipulado (seguir al Maestro) no es un programa de «copiar y pegar». El discipulado es una jornada redentora de fe, amor y obediencia que impacta definitivamente nuestras elecciones y nuestra conducta. Escucha esto ¡nuestras elecciones y conducta demuestran la verdadera naturaleza del tipo de adoración que le damos a Dios!

En otras palabras, todo se reduce a una pregunta central: “¿Me amas más que a estos?” (Jn 21.15). Esta es la pregunta reveladora que Jesús le hizo a Pedro para restaurarlo. De hecho, la adoración que debemos ofrecer y el discipulado que debemos abrazar están estrictamente ligados a esta relación de amor en Cristo. ¡Y nosotros lo amamos porque Él nos amó primero!

Jesús, nuestro amoroso Salvador, es el centro de gravedad definidor. ¡En Él, todo se sostiene! Nos inclinamos en adoración. Y adoramos. ¡Ahora y para siempre!

Edmund Chan

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