La oración de Jabes

Es probable que Jabes haya sido descendiente de los Ceneos y que luego fue incorporado a la tribu de Judá. Como diría Pablo “alejado de la ciudadanía de Israel y ajeno a los pactos de la promesa”. Sin embargo, su historia es tan impactante que es mencionada en la Biblia.

Comienza con dolor y tristeza. Jabes significa “que causa dolor”, pero Dios tenía otra historia para él por causa del anhelo de su corazón. Nos recuerda a Benjamín, que significa “hijo preferido” nombre puesto por su padre, cambiando el nombre que le puso su madre “hijo de mi aflicción”, ya que murió luego de dar a luz.

Dios cambia nuestra historia. Y esa es nuestra oración como movimiento de discipulado en América Latina. La prometedora década de hacer discípulos comenzó con el dolor de la pandemia. Asimismo, hemos escuchado insistentemente el dolor expresado por David en sus cartas a las iglesias, exponiendo la crisis que vive la iglesia de hoy.

Por tanto, hagamos nuestra la oración de Jabes y cómo se aplica a nuestro movimiento con potencial de cambiar nuestra historia.

  1. «¡Oh, si me dieras bendición…!» A veces pensamos que la bendición de Dios es tener beneficios, pero los beneficios son solo las consecuencias. La bendición en realidad es tener a Dios, tener intimidad con Dios, oírlo; siendo el centro de nuestra vida y de nuestras relaciones de discipulado personal. Toda transformación comienza por nosotros mismos
  2. “Y ensancharas mi territorio”. Nuestro territorio es el lugar donde Dios nos bendice. Dios nos ha dado la tierra para gobernarla, para que fructifique y se multiplique. Se aplica a nuestro trabajo, nuestra iglesia, nuestra red de iglesias, nuestro movimiento. No solo se mide físicamente, sino también en relaciones saludables, líderes saludables, iglesias saludables.
  3. «…y si tu mano estuviera conmigo…» Como nunca, necesitamos que la mano poderosa de Dios esté con nosotros. Nuestras fuerzas son pocas, nuestros recursos son insuficientes, necesitamos de aquello que solo Dios puede hacer y sabe hacer. “Hazlo Señor…. Va delante de nosotros…. Aviva tu obra en medio de los tiempos…. hazla conocer”. Ex 6:1; Núm 11:23; Esd 8:22. Rom 8:31.
  4. «Y me libraras de mal» «Para que no me dañe«. Iniciamos el Blog con dolor y lucha, y concluimos con aquello que lo causa. Es imposible que el mal no llegue a nosotros, pero sí es posible que no nos cause daño permanente o fatal. Es posible que en la oración del Padre Nuestro “libranos del mal” se refiera a eso. No quita la posibilidad de que el mal está presente, como lo es desde el pecado de Adán y Eva, pero Dios puede librarnos de los efectos permanentes. Señor…. No permitas que el mal que hoy vemos y vivimos, nos cause daño, sino más bien que sea la motivación para nuestro pleno desarrollo y crecimiento en bendición.

“Y le otorgó Dios lo que pidió». Dios escuchó su oración y escucha las nuestras. ¡Que seamos audaces en nuestras oraciones!

Munir Chiquíe

 

Dejar un comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.