El Espíritu nos llama vez tras vez a establecer, afirmar y extender el discipulado al estilo de Jesucristo. Para salir del estado de postración espiritual y caminar gloriosamente, me pregunto ¿cómo responder a este desafío y como resolverlo? Aquí ofrezco tres opciones: oír, orar y responder
Oír
“Oír claramente”. Esto requiere una mente hambrienta que no esté presa al pasado. Mire a Pedro en Hechos 10.9-33. Cuando miró el lienzo, todavía estaba preso a sus tradiciones, a lo viejo. Esto lo hizo resistir en lugar de avanzar. Casi perdió la oportunidad inédita de ver al Espíritu obrando poderosamente en la casa de Cornelio. ¡Casi cerró la puerta que permitiría la salvación de los gentiles (nosotros)! De forma parecida, nosotros podemos oír pero estar dudando del mensaje de este lienzo del discipulado y perdernos un avivamiento en nuestras naciones.
¿Sabes cuántas veces Jesús dijo “Quien tiene oídos que oiga?” ¿Sabes cuántas veces esta frase aparece en las siete cartas para las iglesias en Apocalipsis? ¿Cómo están tus oídos? ¿Y los de tu iglesia?
Orar
“Oración perseverante y osada”. Muchas veces, las adversidades debilitan nuestra fe y confianza. En esos momentos es primordial la “oración perseverante y osada”. La promesa firme en Juan 16.24 nos dice “¡pídeme!” en mi Nombre y tendrás la seguridad de recibir mi ayuda oportuna.
En Hechos 4.23-31 los discípulos se sintieron amenazados. En su debilidad, levantaron su voz con profunda convicción. Pidieron: no permitas que estructuras, liderazgos o incluso nosotros mismos, detengamos Tu obra. Fueron más allá, atreviéndose a pedir: haz maravillas y prodigios. Inmediatamente fueron sacudidas las circunstancias adversas. Nosotros necesitamos oraciones atrevidas así. De esa forma, con el Río del Espíritu, podremos ver el movimiento de discipulado avanzando y sacudiendo poderosamente este dormitar de la Iglesia en América Latina.
Responder
“Responder con disposición total”; Isaías 6.8 nos enseña a responder con firmeza, claridad y simplicidad, Heme Aquí (Hebreo: Hineni). Esta frase de Isaías está llena de atrevimiento, de una renuncia a sí mismo y entrega total a la voluntad de Dios. Hoy nos cuesta responder, como Isaías, con entrega total. Hineni es un Sí sinérgico de voluntades. Es un Sí que transforma. No es sólo una frase más. Es un compromiso para asumir plenamente la responsabilidad de plantar la cultura del discipulado auténtico en nuestras vidas. Una vez que está claramente plantado en mi vida, puedo repasarlo a mi familia, iglesia, ciudad o denominación y país.
Alejandro Quinteros
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