La Gran Comisión de hacer discípulos de todas las naciones está dirigida a todo verdadero discípulo de Jesús. Todo verdadero discípulo se torna un discipulador. Al mismo tiempo, Dios llama a ciertas personas de forma vocacional no apenas para hacer discípulos en su tiempo libre y sí dedicarse, separarse, entregarse a ese llamado. Jesús habló “Y por ellos (mis discípulos) yo me santifico a mi mismo” (Jn 17.19).