Visión: Como nutrirla y multiplicarla

“Donde no hay visión, el pueblo perece” (Pr 29.18, traducido de la KJV). Y la primera en morir es la persona sin visión. Todo verdadero líder es visionario. Pero la visión puede traer muerte si no entendemos cuatro claves: 1) la fuente; 2) el fruto; 3) la necesidad de generar vida; y 4) la multiplicación saludable.

La fuente de nuestra visión

Dos fuentes tienen que unirse para crear algo nuevo y poderoso: el corazón de Dios y la necesidad humana. Ninguna de las dos fuentes es estática. Ambas cambian. Cuanto a la visión divina, tenemos que vivir en la plenitud de Hechos 2.17-18, sabiendo que no servimos a un Dios domesticado. La columna de fuego o nube puede parar. Puede levantarse para ir a la derecha. O la izquierda. Para adelante o hasta para atrás. Tenemos que mantener nuestros ojos y oídos fijos en Él. Todo líder resuelve problemas. Pero resolver problemas no es suficiente, dice Stephen Covey. Tenemos que discernir el dolor atrás del problema y resolver ese dolor. Y las necesidades, problemas y dolores cambian. Tenemos que mantener una flexibilidad frente a eso. La visión de ayer no es suficiente para los problemas y dolores de hoy.

El fruto de nuestra visión

La visión impuesta trabaja con motivación externa. Trae un sentido de carga y obligación. Esto fácilmente acontece cuando una organización o estructura, inclusive una iglesia, requiere que todos hagan lo mismo e impone su programa. La visión verdaderamente divina estimula la diversidad dentro de la unidad. Las personas son más importantes que la visión (Mc 2.27). La motivación interna se revela en el fruto. El fruto del Espíritu comienza con amor (relaciones saludables y comprometidas), salta para la alegría (vida transbordando en gratitud) y la paz (harmonía que da energía en vez de desgaste), pasando para los otros frutos (Gl 5.22-23).

Visión que genera vida

La visión puede generar vida o muerte. Cosas terribles fueron hechas en nombre de Dios a través de los siglos y continúan siendo realizadas hoy. Existe profunda tristeza o necesidad de cambio. Pero si esa tristeza es según el mundo, buscando la solución en nuestras fuerzas, todavía será egocéntrica y destructiva. La tristeza mundana nos separa de Dios y a unos de otros. La tristeza según Dios incluye arrepentimiento que lleva a verdaderos cambios de dentro para afuera, uniéndonos a Dios y unos a otros (2Co 7.8-11).

 Visión con multiplicación saludable

El cáncer multiplica. Las heridas y conflictos no resueltos multiplican. El dolor se multiplica. Debemos tener un ADN saludable que realmente vale la pena multiplicar. El discipulado no saludable se multiplica. Tenemos que andar en profunda dependencia de Dios e interdependencia unos con otros para tener un discipulado saludable multiplicador.

¡Crezcamos como visionarios saludables y multiplicadores!

David Kornfield

 

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