¿Quieres que te quite la cruz que llevas?

Podría haber evitado las dificultades de la vida de José. Liberarlo de ese pozo. De esa prisión. De esa angustia. De esos dolores y heridas. Pero hubiera hecho un mal mucho mayor para las naciones si quitaba a aquel que Yo usaría para librar a todos ellos del hambre.

Podría haber eliminado las dificultades de la vida de David. Retirarlo de la presencia de Saúl que arrojó su lanza contra él. Liberarlo de tener que esconderse en las cuevas. Salvarlo del dolor del rechazo. Pero habría engañado a Israel y habría perdido un rey según Mi corazón.

Podría haber salvado a Esther. Liberarla de ser arrebatada de su familia. De ser colocada en una posición que ella nunca pidió. Eliminar de su camino a un enemigo feroz y hambriento de poder. Pero hubiese condenado a todo Mi pueblo quitándoles a esa mujer que Yo usaría para salvar sus vidas.

Y yo podría haber evitado las dificultades de Jesús. Liberarlo de la cruz. Del camino que lo llevó al sufrimiento y al dolor. Fuera del camino de desnudez y golpes, clavos y espinas. Pero hubiese condenado al mundo entero por quitarles un Salvador. Perdiendo la salvación. Perdiendo una eternidad sin más sufrimiento ni más dolor.

Yo te estoy cuidando

¿Y tú mi amigo?

Puedo liberarte de tus problemas. Puedo sacarte de tus problemas. Puedo cambiar tu camino. Puedo evitar tu dolor. Pero no cumpliría mis propósitos mayores. Sería terrible. Tú te sentirías fuera de lugar. Te estaría disminuyendo y despojando al mundo de tanto bien. Porque Yo lo sé. Yo sé el bien que producirá este dolor. Yo sé la belleza que esta dificultad hará crecer. Yo te estoy cuidando y sosteniéndote inclusive en medio de esto.

Y te prometo que puedes confiar en Mí. Inclusive cuando todo parece más de lo que puedes soportar. Entonces, en lugar de intentar sacarte, te levanto. Estoy de rodillas ante el Padre y le pido que te dé fuerzas. Que te dé esperanza. Le pido que te proteja y que te cambie de lugar cuando sea el momento adecuado. Le pido que te ayude a permanecer atento a Él, discerniendo lo que Él está haciendo.

Quiero que experimentes mi amor y mi poder todavía más en las dificultades. Voy a usar tu vida de maneras poderosas y hermosas. Maneras que dejarán tu corazón alegre y humildemente agradecido por este camino que has recorrido”.

Adaptado de lo escrito por Kimberly Henderson sobre Proverbios 31.

 

 

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