Un pastor e iglesia en avivamiento

Este mes, tuve el privilegio de participar, con mi esposo David, de tres eventos en Brasil. Fue una inmersión en 2 Crónicas 7.14 porque David mantuvo su voto de iniciar cada día y cada evento con dos minutos de meditación sobre ese versículo. Aquí está el versículo en la versión NVI:

Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra.

¡Avivamiento – un ejemplo vivo!

El Pastor Tercio Evangelista hospedó dos de los eventos, uno como iglesia “faro” en el sur de Brasil. La alegría y VIDA eran palpables en esa comunidad de unos 3,500 miembros. Inclusive él está enviando, en estos meses, a cincuenta de sus familias para iniciar la primera de cuatro nuevas congregaciones. Nos sorprendió el alto nivel de compromiso y al mismo tiempo el espíritu ligero y alegre.

Percibí que ellos ¡viven 2Cr 7.14! Demuestran un espíritu humilde y enseñable, oran y oyen a Dios, buscan Su rostro y abandonan sus pecados. Dios está muy presente cumpliendo su parte de escuchar, perdonar y restaurar (sanar). La iglesia brilla como iglesia faro, como ¡iglesia en pleno avivamiento!

Oigan lo que Tercio nos compartió. Años atrás, la iglesia creció al punto de necesitar mudarse a unas instalaciones más grandes. Llegando al púlpito para predicar, quedó atento a lo que Dios le diría. Esperaba palabras de afirmación “¡Mira lo que has hecho!”

Pero el Espíritu le susurró, “No fuiste tú. Esta es obra de Dios. Arrepiéntete y confiesa ahora tu orgullo ante la iglesia.”

Él se avergonzó y rechazó la dirección del Espíritu. Y lo mismo aconteció cada vez que él se levantó para predicar en los siguientes meses. El Espíritu lo confrontó y él resistió.

Durante esos meses tantas personas salieron de la iglesia que tuvieron que volver a las instalaciones anteriores. La comunidad disminuyó de 650 para 300 miembros. En todo ese proceso angustiante, él rechazó abrazar 2 Crónicas 7.14: humillarse, orar, buscar a Dios, y abandonar el pecado del orgullo.

Todo cambió al confesar la soberbia y el orgullo

Finalmente él se quebrantó y confesó su soberbia. Fue el inicio del avivamiento que llevó a la iglesia a vivir de un modo totalmente diferente, donde la restauración de vidas quebrantadas se tornó central. Y donde nadie puede pensar “Mira lo que he hecho,” pues el trabajo es de todos, cada uno usando los dones que Dios les dio, no solo el fruto de un pastor carismático.

Un banner en la acera donde el público pasa dice, “Prohibida la entrada de personas perfectas.” Yo encajo allí. ¿Tú también?

Débora Kornfield

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