Todo comenzó con una pequeña hinchazón en la pierna de mi hija Yuliana de 19 años. Ella se lastimó el muslo con un pedazo de palo, que creímos que al partirse había caído al piso. Al día siguiente tuvo un fuerte dolor al punto de no poder pararse ni caminar. Creímos que era algo sencillo, pero el dolor continuó. La pequeña herida no cerraba y, por el contrario, empezó a supurar. Una enfermera amiga le realizó una limpieza y todo parecía estar bien.
Pasaron los días y la herida no dejaba de supurar. Acudimos a médicos que le recetaron antibióticos por 10 días y luego otros 10 días más. Aun así, la pequeña herida no cerraba.
Todo parecía estar bien
Durante unos 4 meses visitamos 6 instituciones médicas y la vieron 9 médicos. Le realizaron todo tipo de exámenes, Rayos X, placas, fistulografías, cultivos, etc. Finalmente, decidieron hacer una operación porque el hueso estaba en riesgo y era necesario actuar con prisa para evitar situaciones mayores.
La gran sorpresa fue que, durante la operación, apareció en la pierna una astilla del palo. Esa era la razón de la infección. Ahora Yuliana está en recuperación y pronto regresará a sus actividades normales.
La Metáfora
¡Wao! ¡Wao! ¡Wao! Que grande y fuerte metáfora resultó esta historia que me enseña sobre el peligro de permitir que algo ajeno ingrese a nuestro cuerpo, a nuestra mente o nuestra alma.
Una larga lista de buenos especialistas, exámenes e instituciones fueron necesarios para salvar la pierna, y hasta la vida, de Yuliana. Esta metáfora es perfecta para describir que casi nunca nos damos cuenta cuando algo que nos hace daño entra a nuestra vida.
¡¡¡Gloria a Dios por su intervención en la vida de Yuliana!!!
¡La astilla medía 7 centímetros! ¡Wao! En ese momento todos nos preguntamos ¿Cómo entró allí?¿cómo es que no la pudimos detectar? Pensábamos que todo se había limpiado en el proceso pero no fue así.
Una astilla en nuestra vida puede hacer mucho daño
La metáfora continúa. A veces “tratamos” el pecado o una herida en nuestras vidas y pensamos que ya todo está resuelto, pero no percibimos que “algo” quedó adentro. Si no nos damos cuenta, ese algo, que puede ser una raíz o brecha, crece hasta convertirse en una fortaleza. Esta puede hacernos mucho daño y, a través de nosotros, hacer daño a otros. Es terrible que el mal esté dentro de nosotros, haciendo daño, y ni siquiera lo percibamos.
Cantares 2:15 TLA nos dice: Las zorras pequeñas causan daño a nuestras viñas. ¡Ayúdennos a atraparlas, pues nuestras viñas están en flor!
Hay cosas malvadas en nosotros, las cuales, debido a nuestro mal discernimiento del pecado, las consideramos pequeñas, no peligrosas, y como hasta parte de nuestro carácter. Entonces no les damos el trato requerido; y cuando nos damos cuenta, ya han hecho un desastre en nuestra vida espiritual.
Y tú, ¿Qué cosas o peligros podrían entrar a nuestra vida?
Otto Rodríguez,
Iglesia Puente Vida, Venezuela
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