Mi maestra de la Escuela Dominical nos hacía repetir antes de cada clase. “Cabeza, corazón, manos” basado en Deuteronomio 28:1
“Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra.”
Al final de la clase, todos debíamos gritar. Oír, Guardar y Poner por obra. Quedó claro: de nada sirve saber, si no lo vas a hacer.
Romanos se divide en dos partes: doctrinal (Cap. 1 al 11) y la práctica de lo aprendido. Efesios hace los mismo: doctrinal (Caps. 1-3), práctica (Caps. 4-6).
¿Qué sucede si solo sabemos y no hacemos?
- Incoherencia e hipocresía.
Esto se evidencia en todo nivel: personal, familiar, eclesiástico y a la comunidad.
En lo personal, perdemos nuestra autoridad y nuestra autenticidad. Nuestras propias palabras suenan huecas para nosotros mismos.
En lo familiar, viene la dupla personalidad de ser tremendo en la iglesia y tremendamente deficiente en casa. Esto es bien ilustrado con el hijo del pastor que dijo, “Mamá, vayamos a vivir en la Iglesia, papá es bueno y amoroso allí.”
En la iglesia, todos nuestros esfuerzos y avances se perderán cuando surjan dificultades (tempestades). Jesús dijo: “El que oye mi enseñanza y no la obedece es un necio, como la persona que construye su casa sobre la arena. Cuando vengan las lluvias y lleguen las inundaciones y los vientos golpeen contra esa casa, se derrumbará con un gran estruendo.” Mt 7:26-27, NTV.
No eran consejos de física nuclear o algo esotérico. Jesús hablaba de aplicar lo que habían aprendido u oído.
Yo fui un necio por muchos años, hambriento y sediento por saber y conocer. Es decir mucha teoría y poca práctica.
El discipulado me cambió. Hoy crezco intencionalmente a cada día a la imagen de Cristo. Mi devocional y mi vida se basan en encuentros divinos y en unirme a lo que Dios está haciendo.
En la comunidad, cuando no practicamos y extendemos la presencia, amor y santidad de Dios, el mundo nos ignora. Peor todavía, en muchos casos, nos considera tontos y estúpidos cuando nuestra voz es politizada.
¿Qué sucede si solo sabemos y no hacemos?
- Somos olvidadizos, parecidos a alguien con demencia, siempre aprendiendo y nunca llegando a vivir la verdad en la experiencia (2Tm 3.17).
“No se contenten solo con oír la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica.” Stg. 1:22 NVI
La verdad no transforma. La verdad aplicada transforma. Caminando la última década con David Kornfield y todos mis compañeros en el discipulado, aprendí que para crecer debo aplicar lo aprendido. Pero ¿cómo hacerlo? Aprendí que necesito a alguien a quien rendir cuentas. Nadie crece mucho solito. En el discipulado relacional alguien nos apoya en nuestro crecimiento.
Aprendemos a podar áreas de nuestras vidas que estorban el crecimiento y la productividad.
¿Quién cuida de ti? ¿Quién te apoya? ¿Quién te confronta en amor cuando dices que quieres crecer en alguna área, pero no cambias?
¿Qué sucede si solo sabemos y no hacemos?
- Multiplicamos nuestras debilidades e incoherencias.
Todos reproducimos según nuestra especie (Gn 1). El movimiento divino del discipulado me confronta con dos preguntas y una afirmación.
¿Qué clase de discípulo soy?
¿Qué clase de discípulos quiero tener?
Y la afirmación: “Cada uno se reproduce según su especie (Gn 1).”
¡Oh! que tu corazón y el mío pueden sentir el profundo dolor de apenas nutrir nuestro intelecto. ¡Que nuestras manos entren en acción! Dios me confrontó para primero ser y luego hacer discípulos.
Te animo a meditar en Mateo 28:20 y el comentario en la Biblia del Discipulado. El énfasis aquí no es la enseñanza. El fin es que guarden, que obedezcan, practiquen y apliquen todas las cosas que el Señor nos ha mandado.
Nuestro gran Discipulador Jesucristo prometió estar con nosotros todos los días de nuestra vida – en la medida que le obedecemos!
Hay una relación íntima y una gran coherencia entre el saber (conocer) y el hacer. Una sin la otra no produce transformación, crecimiento y ni atracción a Cristo.
Recuerda: “La verdad aplicada, transforma vidas”.
David Orozco
Bolivia
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