Conocí a un verdadero soñador. Era un publicista de éxito en Florianópolis, Brasil. Un día hizo un safari por la selva en un globo aerostático. A partir de aquel día decidió seguir su sueño. Hoy, dieciséis años después, y nueve como piloto profesional de globos aerostáticos, tiene su propia empresa. Ha llevado a pasear al “cielo” a más de diez mil personas. ¿Cuál fue la clave de su éxito? Pagó el precio de grandes sacrificios, cambiando profundamente el rumbo de su vida.
Esta historia me lleva a pensar en el “soñador de la Biblia”, José de Egipto. Debido a su fidelidad a Dios y su compromiso con él, se convirtió en el segundo hombre más importante del reino que dominaba el mundo en su tiempo. ¿Qué nos puede enseñar este soñador?
La oposición al soñador
José les cuenta a sus hermanos lo que vio en sus sueños, tal vez con la inocencia de un adolescente. Ellos lejos de alegrarse con él, “llegaron a aborrecerle más todavía” (Gn 37.5b). A veces es mejor guardar el sueño que Dios nos da, hasta que Él nos confirmé que debemos compartirlo. Porque siempre habrá bomberos “apaga sueños” que nos querrán detener. Resisten a los soñadores. Se sienten amenazados por sueños grandes, difíciles o aparentemente imposibles.
La formación del soñador
Muchas veces queremos darle “una manito” a Dios. No podemos tomar atajos para alcanzar los sueños de Dios. José tuvo que pasar por muchas y grandes pruebas para llegar al punto en que Dios podía realmente realizar los sueños que le dio. El mayor problema para Dios no es darnos grandes sueños. El problema es que inicialmente no somos del tamaño de los sueños que Dios nos da. Pero si lo permitimos, Él nos forjará para que nuestro carácter, mente y corazón puedan ser del tamaño de su visión. Aprenderemos a elevarlo a Él y no a nosotros mismos.
El tamaño de nuestros sufrimientos y quebrantamiento en el horno de Dios puede ser proporcional al tamaño de nuestros sueños. ¿Sueños pequeños? Poco sufrimiento y sacrificio. ¿Sueños grandes? Gran sufrimiento y sacrificio.
José fue probado con un profundo rechazo, viviendo en una familia que lo odiaba. Fue probado por una tentación sexual. Fue probado al ser encarcelado injustamente. Fue probado al interpretar los sueños de otros y después ser olvidado por el soñador al que ayudó.
Pero su mayor prueba fue enfrentar el dolor que creció en él a través de los años, llevándolo a ser un líder herido. En esa capacidad abusó profundamente de sus hermanos. Vea estos estudios en la Biblia de Discipulado:
- El perfil de un líder herido, Gn 39.1-20.
- Como la familia es atacada por las heridas y la falta de perdón, Gn 42.6-24.
- Los siete llantos de José en su proceso de Dios sanar su corazón, Gn 43.26-35.
- Perdonar de corazón, Gn 50.15-21.
¿Cuál el sueño de Dios para tu vida? Si aún no lo descubriste, te animo a que hables con Dios y busques ese sueño. Como Habacuc, escríbelo para compartirlo con otros (Hab 2.1-2). Júntate con otros soñadores, especialmente alguien que suena más alto que tú. Pero sobre todo, entrégate a la formación que Dios quiere hacer en ti para que tú crezcas para ser del tamaño de su visión.
Luis Gauto, Paraguay
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