El desafío de soltar; el desafío de agarrar

“Todo tiene su tiempo,

y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene

su hora……tiempo de abrazar, y tiempo de

abstenerse de abrazar; (Ec 3.1, 5b);

“Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará;

y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que

lleve más fruto. (Jn 15.2)

 

Dos semanas atrás entré en una profunda reflexión de mi propia vida cuando me vinieron a la mente dos palabras: soltar y agarrar.

Profundizando esto con mi discipulador/mentor, él me hizo estas preguntas a la luz de Eclesiastés 3:

¿Cuán buenos somos en comenzar algo?

¿Y cuán buenos somos en terminar lo que iniciamos?

Muchos somos buenos en comenzar, pero pocos los buenos en terminar. Hay finales felices (terminar una carrera, una casa, un proyecto) y finales no tan felices pero necesarios. Hay momentos en la vida, ya sea en lo personal o profesional, que la realidad nos dicta que debemos armarnos de valor y poner el punto final. Si no lo hacemos, seguiremos inmersos en una situación destructiva que irá empeorando.

Finales difíciles, pero necesarios

En ocasiones, aunque la realidad es dolorosa y evidentemente dañina, nos resulta difícil poner punto final. ¿Por qué? Las excusas son variadas, pero la causa siempre es una: el miedo. Miedo a lo desconocido, miedo a salir de la zona de confort que hemos creado, miedo de lo que otras personas van a pensar. Pero necesitamos reconocer cuándo algo ha terminado y cuándo pasar a la próxima temporada.

Jesús compara nuestras vidas con las ramas de la vid (15.2). Nos ayuda a entender mejor los finales necesarios. Nuestro Padre Celestial, corta, pone fin a las ramas que no dan fruto y sólo están absorbiendo energía de la planta, afectando su crecimiento. Por otra parte, también ¡poda las ramas que están dando fruto para que produzcan más fruto!

Aplicando esta verdad nos daremos cuenta de que a lo largo del tiempo acumulamos demasiadas relaciones, intereses, actividades y compromisos. Estos consumen todo nuestro tiempo y energía. Debemos aceptar que simplemente no podemos continuar con todo. Tenemos que cerrar algunos capítulos para poder disfrutar de las cosas y las personas que realmente nos importan. A veces tenemos que hacer una poda preventiva, apostar por menos para disfrutar más. Otras veces tenemos que hacer una “poda de curación”, cortando esas relaciones, ministerios y cosas que han muerto (o nos están haciendo mal) desde hace mucho tiempo, en el sentido metafórico del término. Lo que solo nos queda es dejarlos ir.

Recurso recomendado: Henry Cloud, Cambios necesarios (empleados, negocios y relaciones de los que debemos desprendernos para seguir adelante).

Pedro Torres

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