Cuidando de mí mismo y de otros

Cuando debo cuidar de mí mismo y

cuando debo cuidar de otros?

Cuando debo asumir mi propia carga

y cuando debo pedir ayuda?

Cuando debo ayudar a otro y cuando no debo?

Gálatas 6.1-10 hace un ping pong entre las dos opciones. En el momento que habla de preocuparse con la otra persona, v. 1, resalta la necesidad de considerarse a sí mismo. E inmediatamente, en el v. 2 nos llama a sobrellevad los unos las cargas de los otros. Pero luego en el v. 5 nos lleva de vuelta a nuestra responsabilidad individual “porque cada uno llevará su propia carga”. Y en el v. 10 nos llama de vuelta a cuidar de otros, haciendo bien para todos y especialmente a los de la familia de la fe.

Pastores, obreros, ministros, líderes y cristianos comprometidos, normalmente tienen una visión clara con relación a ayudar a otros. Esa visión puede ser tan profunda que no sentimos que la reunión, culto o encuentro fue bueno si no conseguimos ayudar a alguien. Nuestra autoimagen, nuestro sentido de valor puede estar enlazado con servir a otros. Resaltamos ese problema en el capítulo cuatro de mi libro El Líder que Brilla “Identidad de hijo”.

Es difícil pensar que hay momentos cuando cuidar de nosotros mismos es más importante que cuidar de otros. Eclesiastés nos dice que hay un tiempo para todo debajo del sol. Y eso incluye un tiempo para el egocentrismo santo. El egocentrismo santo es cuidar de nosotros primero para que podamos cuidar bien de otros. Es lo que oímos en las instrucciones antes de levantar vuelo en un avión. Si hay una emergencia y la máscara de oxígeno cae del techo, póngase primero su máscara (a ti mismos) antes de ayudar a cualquier otra persona, inclusive un niño que pueda estar a tu lado.

Dos textos afirman esto, ambos marcados por lo que llamamos imperativos secuenciales. “Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño…” (Hch 20.28a, NVI). Quien no cuida de sí mismo, quien no tiene otros que cuiden de él o de ella, no tiene derecho para cuidar del rebaño. Quien no cuida de sí mismo y no sabe ser cuidado acaba sin saber cómo cuidar bien de otros.

De forma parecida, Pablo dice para Timoteo “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina 1 Ti 4:16a”. De nuevo es un imperativo secuencial. No tenemos derecho de cuidar de la doctrina o la enseñanza si no cuidamos de nosotros mismos.

¿Qué nota de 0 a 10 te das para ti mismo con relación a cuidar de otros? ¿Y con relación a cuidar de ti mismo? Si no estás cuidando bien de ti mismo, confiesa esto a Dios y a tus compañeros y busca ayuda. Descubrirás que cuidando bien de ti mismo, tendrás mucha más gracia para cuidar bien de otros.

David Kornfield

Dejar un comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.