La Pre-Cumbre Latinoamericana de Discipuladores fue el punto más alto en esta etapa de mi vida. A continuación comparto el impacto que recibí sobre, “El ADN del Evangelio del Reino” ministrado por David Kornfield.
Todo comienza con el bajo concepto que tenemos de Dios mismo, reduciendo su majestad, santidad, justicia e incluso el amor que nos regala de manera natural. Lo reducimos a propósitos gananciales que se esfuerzan por aparentar salud y prosperidad al exterior. Pero con una realidad inerte, sin relaciones saludables ni íntegras en el interior. Todo esto resulta también en un bajo concepto del evangelio.
Esta frase generó una crisis en mí:
“El tipo de creyente que tenemos en nuestras iglesias, es el fruto de la semilla del evangelio que presentamos.”
Consideré inicialmente mi propia vida, la de mi iglesia local y de las redes de iglesia a las cuales servimos. De manera creciente veo pastores desgastándose y hasta agotándose con sus iglesias. Hacen lo mejor que pueden, pero todavía, muchas veces, enfrentan (o generan) indiferencia, resistencia y descontentamiento.
Recordé una frase de una prédica: “Debemos saber quiénes somos en Cristo. El evangelio no es un buen pronóstico para los hijos de Dios. Es un hecho consumado en la eternidad de Dios, marcado por su Espíritu Santo, demostrado en una nueva vida.”
¿Qué tipo de evangelio estamos predicando?
Apocalipsis 3:14-22 describe a una iglesia que se siente rica, feliz y muy satisfecha consigo misma. Afirma que no le falta nada. ¡Pero Jesús está fuera de esa iglesia! Una iglesia puede ser muy activa y servicial. Puede sentirse feliz y puede adorar. Y todavía puede estar muerta, con Jesús sintiendo el dolor de no estar realmente dentro de esa iglesia.
Jesús llama a esa iglesia al arrepentimiento. Esa iglesia puede ser el fruto de un evangelio barato o fácil para aceptar. Si la semilla es mala, el fruto también lo será. Para ser más explícito, no hay verdadera conversión sin arrepentimiento, contrición y quebrantamiento. No hay verdadera conversión sin una nueva vida, santidad y sin ser lleno del Espíritu.
Entendí entonces que nadie cambia de manera significativa sin pasar por crisis. Ya sea de forma individual o como iglesia. Nuestro evangelio puede ser infértil. Si es así, produce creyentes infértiles. O puede ser el evangelio del reino que produce verdaderos discípulos, entregados, sin reserva, a quien transformó sus vidas. Jesús enfocó el hacer discípulos. Este es el enfoque principal de su ministerio. Es el enfoque de su oración al final de su vida (la oración del discipulador en Juan 17). Y se revela en sus últimas palabras en el evangelio de Mateo – que llamamos de la Gran Comisión. Los pastores y líderes que tienen el mismo enfoque, a partir del evangelio del reino, verán el fruto de una iglesia saludable y discipuladora.
Las cartas a las iglesias en Apocalipsis 2 y 4 nos dan cinco grandes motivos para que la iglesia se arrepienta:
- Pérdida de nuestro primer amor y las obras que lo acompañan (Ap 2.4-5)
- Doctrinas falsas, idolatría y fornicación (Ap 2.14-16)
- Tolerancia de profetas falsos, idolatría y fornicación (Ap 2.20-23)
- Tener nombre de estar vivo y en realidad estar muerto (Ap 3.1-3)
- No ser ni frío ni caliente, pensando que es rico y sin necesidades, sin saber que es desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo (Ap 3.15-17).
Sin el ADN del evangelio del reino estamos perdidos. Ese evangelio no es apenas un mensaje divino. ¡También somos nosotros! Nosotros que encarnamos y demostramos el evangelio en nuestras relaciones, testimonios y vidas (Mt 5.14).
Tomás Copa
Bolivia
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